top of page

Ser voluntario

  • Laura M. Ramírez
  • 14 may 2015
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 24 feb

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo contra toda evidencia,

que la condición humana vale la pena,

porque hemos sido mal hechos pero no estamos terminados.

-Eduardo Galeano

En lo personal, toda mi vida he escuchado hablar de la palabra “voluntario” o “voluntariado”, pero en realidad nunca había en ella nada que me llamara la atención, en la escuela le llamaban “voluntarios” a aquellos que hacían servicio social, y en realidad era algo que no nacía de mi propia iniciativa, sino que era un requisito para terminar una carrera profesional, o la preparatoria.

Al reflexionar un poquito al respecto, creo que la palabra “voluntario” es víctima de un uso y abuso inadecuado. Como por ejemplo, los estacionamientos, que presumen de ser gratis las primeras dos horas, pero al momento de intentar salir, el encargado no te permite la salida sino hasta después de decir su festiva frase (que incluso parece ensayada frente a un espejo): ” Pues, ahí le encargo, una propina voluntaria”; claro está que el sujeto en cuestión no tiene la intención de permitir la salida a menos que uno desde su propia voluntad obligada decida cooperar con un poco de efectivo… en momentos así es cuando la palabra y su uso, llaman mi atención por la contrariedad que representa.

La Real Academia Española define la palabra “voluntario(a)” como: Persona que, entre varias obligadas por turno o designación a ejecutar algún trabajo o servicio, se presta a hacerlo por propia voluntad, sin esperar a que le toque su vez. Entonces, tiene sentido pensar que exageramos en el uso de la misma, que en realidad existen menos y menos voluntarios de lo que realmente creemos, pero sin embargo, nos aferramos tanto a utilizar una palabra tan simple como ésta, siendo así: ¿cuál es el sentido?.

A lo largo de la historia, existen personajes que hablan del tema, que invitan a la gente a ser voluntarios, a servir, la Madre Teresa de Calcuta decía: “El que no sirve para servir, no sirve para vivir.”, Martin Luther King exponía la misma idea: “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”, Gandhi expresaba que “La mejor manera de encontrarse a sí mismo es perderse en el servicio a otros”.

Tal vez pensaba que ideas y acciones así de grandes, así de trascendentales, solo correspondían a grandes líderes, a personajes con voz y presencia como para marcar la historia, como para mover masas… hasta que por azares del destino, yo misma me convertí en voluntaria. Con un grupo de amigos, solíamos ir a impartir talleres a unos muchachos becados por una asociación; ahí conocí a José, una historia en la que quizás mi influencia fue mínima, pero a mí me cambió radicalmente el pensamiento, mi forma de ser y actuar.

José como muchos otros de los chicos adoptados por esa asociación, pertenecen a casas-hogares, que brindan cobijo a niños no necesariamente huérfanos, pero si con familias problemáticas, los cuales han vivido experiencias que nadie debería experimentar; es comprensible que no estén de buen humor todo el tiempo… sin embargo, ahí estamos, en un taller, él ahí en una esquina, quejándose de todo, fuera del grupo; por alguna razón me sentí impulsada a acercarme, con un poco de paciencia y buena disposición, dejé mi papel de instructora de taller, y comencé a asistir a las actividades junto con él, como amiga, su mal humor se convirtió en juegos y risas, y a partir de ahí en nuestras próximas visitas José estaba siempre contento, como si ansiara vernos.

Ese pequeño cambio en él, me cambió a mí también, me uní a más grupos que ayudaban, que servían, y así años después, sin siquiera imaginarlo, me encontraba en unas exposiciones en mi universidad, cuando me encontré a un muchacho, que se me acercó y me dijo: “¿Te acuerdas de mí?, mira, ahora tengo un trabajo”…. Un viejo proverbio dice que si crees que eres demasiado pequeño como para marcar la diferencia, deberías intentar dormir en una habitación que tiene un mosquito; tal vez pude ser o no el mosquito de José, pero definitivamente, verlo ahí contento, después de tanto tiempo, fue como si él me inyectara de esperanza, de voluntad, de iniciativa.

Así, tiempo después, cuando la idea de K-mbal surgió, nos dimos cuenta que era importante estudiar más a fondo el tema en que pretendíamos especializarnos, fue entonces que al llegar a un diplomado en línea con la Universidad de Berkeley en psicología positiva, me sentí sorprendida al ver que los científicos mismos afirman que el ser voluntario o realizar actos compasivos es parte de un proceso más grande para encontrar el propio bienestar. La raza humana, es tan magnífica y sorprendente, que nosotros mismos al ver a alguien más realizar un acto de amabilidad por voluntad propia, nos sentimos en lo que los conocedores describirían como un acto de elevación, como si flotaras, como si te llenaras de motivación para actuar de la misma forma hacia los demás.

Y es cuando todo tiene sentido… cada vez que visitamos una escuela, puedo ver, al menos un par de ojos llenos de un brillo especial, ése, el de la inspiración y motivación, que para alguien como yo, es paga suficiente: saber que alguien más se dio cuenta, que podemos mejorar al mundo con pequeñas acciones en nuestro entorno, saber que no estamos solos y que más y más gente cree en esta humanidad que se sigue construyendo, a partir de pequeñas acciones; que ese cambio es individual y corresponde a cada uno, en cada instante.

Ese brillo lo explica todo, eso que pensaron esos líderes de la historia o como diría uno de los grandes en México: “Para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia” (Octavio Paz)

 
 
 

댓글


Featured Posts
Recent Posts
Archive
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square

© 2025 Kmbal, A.C.

bottom of page